Los entrenadores que ya acumulamos unos cuantos años de experiencia vivimos una época en la que la preparación física en los deportes de equipo carecía de la especificidad necesaria para ajustarse a las demandas energéticas propias de la competición. Tanto como jugador como de alumno del INEF comprobé y sufrí en propias carnes, los métodos de entrenamiento imperantes en esos tiempos. El famoso libro de Carlos Álvarez del Villar “La preparación física del fútbol basada en el atletismo”, la biblia de la materia en esa época, mostraba claramente cuál era la filosofía que se aplicaba para modular el acondicionamiento de los jugadores. Los niveles óptimos de rendimiento, en relación a la condición física, debían alcanzarse con los métodos de entrenamiento propios de una especialidad deportiva individual como es el caso del atletismo.
Afortunadamente, esa concepción fue cambiando y, posiblemente, el punto de inflexión fueron los trabajos del profesor Francisco Seirul.lo en la sección de balonmano del F.C. Barcelona. Se comenzó a hablar del entrenamiento integrado, partiendo de la idea de que para mejorar el rendimiento competitivo era necesario aplicar en el entrenamiento estímulos similares a los que se dan en los partidos, tanto desde el punto de vista técnico, táctico y físico, y por tanto, en las sesiones de acondicionamiento físico fueron apareciendo tareas con los requerimientos fisiológicos oportunos, pero con un nivel de similitud mayor a las tareas propias de nuestro deporte, en función de que estuviéramos en la fase de tareas generales, dirigidas, específicas o competitivas.
Sin lugar a dudas fue un gran paso que nos trajo hasta la actualidad, en la que es tónica general el realizar un acondicionamiento físico con estímulos que reproducen las situaciones de competición, ya sea desde el punto de vista energético como desde el punto de vista técnico-táctico.
Sin embargo, desde mi punto de vista, esta evolución todavía está incompleta. Los avances tecnológicos y la globalización del conocimiento permiten al entrenador acceder a herramientas que antes eran muy costosas para realizar las tareas de control del entrenamiento. Pero si hiciéramos un repaso de todas esas posibilidades podríamos comprobar como todas están dirigidas a controlar y evaluar aspectos condicionales del entrenamiento. Parece que el único factor determinante del rendimiento de un jugador en los deportes de equipo fuera la condición física.
Y por supuesto que no estoy diciendo que no sea relevante, pero parece obvio señalar, que en los deportes con un elevado componente decisional, como son los deportes de equipo, la toma de decisiones ocupa un papel preponderante en el rendimiento de un jugador o de un equipo. No nos vamos a meter en el análisis de los procesos decisionales y su mejora, pero si queremos resaltar la necesidad de controlar el esfuerzo que se hace, desde el punto de vista cognitivo, en los entrenamientos y en las competiciones en los deportes de equipo.
El objetivo de todo entrenador es llegar en condiciones óptimas de rendimiento a las competiciones, para lo que planifica los entrenamientos con la idea de trabajar los aspectos técnicos, tácticos, físicos y psicológicos del entrenador. Para lograr la adaptación que considere oportuna planifica la aplicación de las cargas de entrenamiento en función de su naturaleza, magnitud, orientación y organización, adaptándola a las características individuales y al sistema de competiciones. Para ir ajustando todo ese proceso se aplican diversos métodos y herramientas para conocer cómo van siendo asimiladas esas cargas. Pero el control de la carga total de entrenamiento viene realizándose, exclusivamente, atendiendo a la carga física.
Existen numerosas evidencias científicas sobre métodos de cuantificación de la carga física en los deportes de equipo, como pueden ser la frecuencia cardíaca (FC) (Jones y Drust, 2007; Kelly y Drust, 2009), la concentración de lactato en sangre (CLS) (Alexiou y Coutts, 2008; Eniseler, 2005), el consumo de oxígeno (VO2) (Rannou, Prioux, Zouhal, Gratas-Delamarche y Delamarche, 2000; Kemi, Hoff, Engen, Helgerud y Wisloff, 2001) y la percepción subjetiva del esfuerzo (PSE) (Green et al., 2009; Hill-Haas, Rowsell, Dawson, y Coutts, 2009).
La frecuencia cardíaca suele ser la forma más utilizada como medio del control de la carga de entrenamiento, ya sea usando valores medios, absolutos o relativos, o bien usando distintos índices (Índice Training Impulse, método sumatorio de zonas de entrenamiento de Edwards, el método Work Endurance Recovery).
Un método de fácil aplicación para el control de la carga total de entrenamiento es la cuantificación de la carga de forma subjetiva a través de la aplicación de la escala de Borg.
Podemos concluir que hay infinidad de posibilidades para realziar el control de la carga física de una tarea. Pero no ocurre lo mismo con la carga táctica o carga mental. Este concepto sí que está muy estudiado y medido en el ámbito laboral. Wilson y Eggemeier (1991) definieron la carga mental como un constructo multidimensional referido a la capacidad de una persona para enfrentarse a las exigencias impuestas por el procesamiento de información de una tarea o sistema. Para que una persona se desenvuelva de manera efectiva en su tarea son necesarios unos niveles óptimos de carga mental. Cuando estos niveles no son los adecuados, pueden aparecer situaciones de sobrecarga (fatiga) o subcarga (monotonía) a corto plazo o problemas de estrés a largo plazo (Ferrer y Dalmau, 2004). La fatiga mental trae como consecuencias el decremento en la ejecución de una tarea, el aumento de errores mentales, la disminución de los procesos atencionales y la reducción del rendimiento general tanto físico como cognitivo.
La fatiga física influye sobre la carga mental de trabajo (Valero, 1994) y la carga mental de trabajo contribuye a la fatiga física percibida (Perales, 2013). Por ello la fatiga no debe basarse únicamente en factores fisiológicos, sino también en factores cognitivos y emocionales como la carga mental.
Aunque existen diversos métodos, basados en medidas fisiológicas, para medir la carga mental de una tarea, considero que para su aplicación en el ámbito deportivo de una manera fácil pero efectiva, debemos seguir la misma línea que en la evaluación subjetiva del esfuerzo de la escala de Borg, es decir, que sea el ejecutante el que aporte su percepción del nivel de fatiga mental que le supone una tarea.
Uno de los métodos subjetivos más utilizado es el “NASA Task Load Index (TLX)”. El NASA TLX es un procedimiento de valoración multidimensional que da una puntuación global de carga de trabajo, basada en una media ponderada de las puntuaciones en seis subescalas, y cuya utilidad ya ha sido demostrada en tareas muy diversas (Arquer y Nogareda, 2001).
Su aplicación al ámbito deportivo, sobre todo en los deportes tácticos, puede ser de gran interés, ya que permitiría controlar la carga mental de los jugadores en los entrenamientos y complementarla con la carga física medida.
Siguiendo la adaptación de Coque (2009) al contexto deportivo, el NASA-TLX mide seis dimensiones: “fatiga mental”, “grado de oposición”, “presión temporal”, “rendimiento”, “nivel de frustración” y “presión espacial”.
Dimensión | Descripción |
Grado de oposición | ¿Cuánta presión/tensión has sentido para realizar la tarea debido al número de oponentes? |
Presión temporal |
¿Cuánta presión has sentido para realizar la tarea debido al tiempo que disponías para realizar la tarea? |
Presión espacial |
¿Cuánta presión/tensión has sentido para realizar la tarea debido a las dimensiones del terreno de juego? |
Fatiga mental |
¿En qué medida has tenido que trabajar mentalmente para alcanzar tu nivel de resultados? ¿Cuánta actividad mental y perceptiva fue necesaria? ¿Qué nivel de fatiga mental tuviste mientras realizabas la tarea? |
Rendimiento | ¿Hasta qué punto crees que has tenido éxito en los objetivos establecidos? ¿Cuál es tu grado de satisfacción en cómo has realizado la tarea? |
Frustración | Durante la tarea, ¿en qué medida se ha sentido inseguro/a, desalentado/a, irritado/a, tenso/a o preocupado/a?, o por el contrario, ¿te has sentido seguro/a, contento/a, relajado/a, y satisfecho/a? |
Definición de las dimensiones NASA-TLX modificado.
Cada sujeto debería responder de manera subjetiva y valorando en una escala de 1 a 20 (siendo 1 el menor nivel y 20 el máximo nivel) cómo considera que cada dimensión ha sido afectada en la tarea o sesión evaluada.
La combinación de los datos obtenidas en estas medidas con los valores de control de la carga física nos acercaría de una manera real a la verdadera carga TOTAL de entrenamiento en los deportes de equipo.
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